
Alfonsina Storni

Una de las poetisas de mayor popularidad dentro de la poesía del postmodernismo argentino, aunque nació en Suiza, un dia 29 del mes de Mayo de 1892, fue llevada a la Argentina desde muy temprana edad; por lo cual toda su obra y vida, intentos, luchas, éxitos y fracasos son vivencias realizadas durante su vida en este otro país. Padeció grandes estrecheces económicas durante su niñez y adolescencia. A los 19 años se traslada a Buenos Aires. Con poco equipaje, decide enfrentar la gran ciudad de aquellos tiempos. Nace su hijo Alejandro en 21 de Abril de 1912. Es una mujer sola para enfrentar la vida y para tomar decisiones . Comienza a trabajar como cajera en una tienda y también para la revista Caras y Caretas. Es en esa época, cuando produce su primer libros “La inquietud del rosal” el cual publica con enorme esfuerzo económico y el que aparece en Buenos Aires en 1916, ese mismo año y en un homenaje al novelista Manuel Gálvez, Alfonsina se presenta interpretando sus propios versos. No encuentra la aceptación que espera sin embargo sí sorprende la capacidad que demuestra en la intensidad y profundidad de su poesía, por entonces poco común entre los poetas de su generación.
Ruben Darío, y Amado Nervo, iniciadores del movimiento modernista dentro de la literatura, publican sus poemas en “Mundo Argentino”- Una gran hazaña, para una chica de provincia. Y el 1919, Amado Nervo llega a la Argentina, conociendo personalmente a Alfonsina, ambos comienzan a frecuentar los mismos lugares y surge una amistad hermosa entre los dos poetas, quizás esta influencia es reflejo del trabajo que Alfonsina realizará a partir de entonces.
En 1920, recibe el primer premio Municipal de Poesía por su libro Languidez y segundo Premio Nacional de Literatura, , lo que la colocaba por encima de otros escritores y poetas. No es hasta 1925, que publica “Ocre” ya para ese entonces lleva dos años como profesora de Lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas y su posición como escritora es reconocida públicamente
El Premio Nobel de Literatura, la poetisa chilena Gabriela Mistral, escribe en El Mercurio, la impresión que le produce su primer encuentro con Alfonsina y recuerda esa profundidad sin trascendentalismos que observa en la poetisa, impresionada por la sencillez de la joven, Gabriela escribe:
«Extraordinaria la cabeza, recuerda, pero no por rasgos ingratos, sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro de veinticinco años». Insiste: «Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la piel rosada, le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y de mujer madura». (Copiado literalmente del internet).
En 1938, en Uruguay, Alfonsina es invitada por el Ministerio de Instrucción Pública el que ha organizado un acto en el que se encontrarán las tres grandes del momento, Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral.
El 23 de Octubre, Alfonsina regresa a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del martes día 25, Alfonsina se internó en el mar… nunca más salió…
Al día siguiente, encontraron su cadáver en la playa…
Grandes titulares aparecieron en todos los periódicos…”A muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América”
Era el 25 de Octubre del año 1938.
Frente al Mar
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
La Academia Norteamericana de Literatura Moderna, rinde sincero homenaje a una de las poetisas más grandes de toda la América en recuerdo de su natalicio, el 29 de Mayo de 1892.